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Alberto Marín: “La construcción vasca tiene la responsabilidad de liderar la transformación medioambiental”

A estas alturas, nadie duda ya de que la industria de la construcción tiene una relevancia nada desdeñable, suponiendo alrededor del 11% del PIB de Euskadi y empleando a más de 115.000 de personas en nuestro territorio. A lo largo de la historia hemos demostrado que todo lo que se invierte en la industria se traslada de inmediato a la economía real.

Una vez más, la resiliencia de nuestra industria ya ha sido puesta a prueba tras la crisis de salud y económica generada por la pandemia, y sigue demostrando fortaleza y solvencia pese a la coyuntura de los últimos meses. El extraordinario encarecimiento de la energía y de las materias primas, así como la inflación descontrolada de los últimos meses han mermado la capacidad económica y operativa de nuestra industria, además de aminorar ligeramente las perspectivas optimistas.

Desde Eraikune hemos manifestado nuestra preocupación ante esta situación y hemos intentado ser un instrumento para conseguir la implicación de los diferentes agentes involucrados en la industria de la construcción. En este sentido, emitimos el informe de “Análisis del impacto del incremento extraordinario del coste de las materias primas en la industria de la construcción “analizando el encarecimiento de los principales materiales afectados en proyectos de construcción del territorio, así como creamos un Grupo de Trabajo formado por el equipo técnico de Eraikune, empresas socias y representantes de la Administración Pública Vasca, para entender la magnitud del problema y estudiar las distintas vías y alternativas para minorar sus efectos.

Digitalización, sostenibilidad y empleo

Nuestra tarea más inmediata para el 2022 es reactivar nuestra industria y hacerlo a través de tres grandes ejes: la digitalización del tejido productivo, la transición energético-climática y la atracción del capital humano. La construcción vasca necesita captar nuevos puestos de trabajo para poder afrontar el aluvión de obras que se tienen que poner en marcha con fondos europeos. Eraikune, las Diputaciones Forales y Gobierno Vasco llevamos tiempo trabajando en materia de atracción y retención del talento a través de los convenios Programa 3R Empresa y Laneraikitzen, destinados a mejorar la empleabilidad en la industria de la construcción.

La crisis sanitaria ha acelerado la digitalización en casi todos los sectores y nuestra industria no puede quedarse atrás. Integrar procesos y tecnologías digitales en la cadena de valor de la industria de la construcción es vital para alcanzar objetivos de optimización y calidad del activo construidos, pero también para implementar nuevas funcionalidades que mejoren los procesos de trabajo y, a fin de cuentas, nuestras infraestructuras y edificios.

Pero la transformación digital no solo debe estar enfocada en la optimización de la empresa y el servicio, sino en la preservación medioambiente y el desarrollo sostenible.

Liderar la trasformación medioambiental

Es importante destacar que los servicios de infraestructura, las grandes olvidadas, son críticos para lograr un desarrollo sostenible. Nuestras viviendas, los centros de trabajo, los aeropuertos y las carreteras por donde transitamos son las principales consumidoras de los recursos globales, así como las principales emisoras de residuos y gases de efecto invernadero. La industria de la construcción se encarga de gestionar al menos el 30 % de estos recursos y debido a que es uno de los principales pilares en los que, los Objetivos deDesarrollo Sostenible (ODS), promovidos por las Naciones Unidas en la Agenda 2030, hace hincapié.

La construcción tiene una gran capacidad para contribuir a los ODS, mediante la reducción de impactos en su actuación proveyéndonos de un entorno habitable, eficiente y seguro a las personas. En ese sentido, considero que la construcción vasca tiene la responsabilidad de dar el salto y liderar la trasformación medioambiental en nuestro territorio.

Otra cuestión que sin duda será fundamental es la irrupción de los tan anhelados fondos europeos para la recuperación, que permitirá acometer proyectos que tendrán incidencia en la actividad y en la generación de empleo de la industria de la construcción.

En definitiva, las cifras que arroja el sector son positivas, pero pueden serlo aún más en este 2022 si las colaboraciones público-privadas permiten la reactivación de una industria que es estratégica para nuestra economía.